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  • Diego Jazanovich

Transparencia y responsabilidad


¿Qué está pasando con el proceso de revalidación de Odontología en Chile?

Han transcurrido ya más de 3 meses desde mi última entrada en el blog. Y por supuesto aún no he recibido ni respuesta ni disculpa al mail que envié al Decano de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile (FOUCh) el pasado 01 de abril. Sin tomarme la molestia en esperar ese mail que jamás llegará, solicité directamente una reunión con el Decano para exponerle nuevamente todas y cada una de mis preocupaciones acerca del actual proceso de revalidación de su Facultad de Odontología. Vale la pena recordar que todos y cada uno de los aspectos problemáticos de dicho proceso ya le habían sido presentados a la autoridad máxima de la FOUCh durante la reunión que sostuvimos un año atrás. Si usted quiere leer la documentación y verificar las inadecuadas —y en algunos casos ausentes— respuestas a cada uno de los problemas identificados y expuestos al Decano en julio de 2015, HAGA CLIC.

La solicitud de una reunión más con el Decano surge debido a la actual e insostenible situación del proceso de revalidación en Chile y con motivo de la postura inmutable de la Facultad de Odontología frente al proceso. Surge también dado que ahora más de 60 odontólogos revalidantes nos hemos agrupado para constatar nuestra disconformidad frente a la Universidad de Chile y su proceso de revalidación. Surge puesto que entre los años 2007 y 2015 tan sólo 66 títulos extranjeros de odontología fueron revalidados por la Universidad de Chile. Surge ya que mientras la FOUCh explicita en su sitio web que por la gran responsabilidad que representa medir la calidad de la formación de los postulantes estima que el proceso debe tener las mismas exigencias académicas con los cirujanos dentista que egresan de la Universidad de Chile, lo que se le está exigiendo al profesional revalidante es completamente distinto a lo que se le exige a quienes egresan de dicha universidad. Surge porque si el Gobierno de Chile ha entregado la misión de aplicar dicho examen a la Universidad de Chile, mediante su actual estatuto D.F.L. Nº 153 de 1981, entonces la FOUCh debe comportarse con el profesionalismo y responsabilidad que tal entrega gubernamental requiere y amerita. Pero sobre todo lo anterior, la acción de solicitar un último intento de diálogo con la FOUCh surge de la diplomacia que me caracteriza pese a la frustración, la molestia, el enojo, la saturación, y pese a haber llegado al límite de mi paciencia frente a una institución donde la injusticia, la falta de criterio y de respeto, la discriminación, la arbitrariedad, y la falta de ética y transparencia dentro del proceso de revalidación abundan.

Me citaron para el 25 de abril. Llegué al decanato de la FOUCh acompañado por Antonia Bernales, abogada de la firma Balmaceda & Cox quienes han estado estudiando mi caso exhaustivamente durante meses. Debido a la larga trayectoria de mi proceso de revalidación, la falta de respuestas y transparencia, estimé prudente asistir con apoyo y consejo legal. Finalizadas las presentaciones y tras sentarnos en el despacho del Decano y escuchar el mismo speech que ya había oído un año atrás acerca de la historia de la Universidad de Chile, su carácter democrático y su histórica autonomía, el Decano comenzó por manifestar su molestia por el mail que yo le había enviado hacía ya unas semanas —que jamás contestó pese a la copia impresa que tenía delante suyo— pero que claramente recibió y leyó. La interpretación de cualquier texto es cuestión de cómo uno lo lee o quiere leerlo. Tener una buena comprensión de lectura ayuda. Sin ir más lejos, ustedes ya habrán leído en el enlace de más arriba lo que ya se le había pedido al Decano en julio de 2015 y lo que él contestó un mes más tarde. ¿Error de lectura o cuestión de rehusarse a aceptar la realidad? Existe también una grabación de toda esa reunión del año pasado, que está en poder de mis abogados en estos instantes. Lo único cierto que salió de aquella reunión fueron las palabras que dijo el decano en aquel entonces: “del dicho al hecho hay mucho trecho”, porque nada de lo otro que se dijo se ha concretado hasta la fecha. Sus palabras se las llevó el viento. Cuando me fue concedida la palabra, presenté nuevamente toda la información al Decano señalando que según el artículo 10 del reglamento de revalidación el Decano podrá impartir las instrucciones generales de carácter interno para mejor desarrollo de estos procesos . Huelga decir que la respuesta inmediata fue evasiva y apuntó hacia otras autoridades dentro de la FOUCh y de la misma Universidad de Chile: la Vicedecana y el Prorrector en concreto. ¿Por qué el Decano no quiere hacerse responsable si a fin de cuentas él es la única autoridad de la FOUCh que menciona el reglamento? ¿Por qué se rehúsa a ejercer la autoridad que tiene? Tras este intento de un rápido “lavado de manos”, seguido por múltiples excusas y explicaciones, se nos invitó a participar en una futura reunión con el pretexto de que otras de las autoridades debían estar presentes.

Agendada la siguiente reunión, y tras luego de ser cancelada y postergada por la FOUCh, finalmente me presenté nuevamente en decanato el 24 de mayo junto con Francisca Reyes, otra abogada del equipo legal que me aconseja y representa. Sentados nuevamente frente al Decano, y esta vez acompañados por la Vicedecana, el Presidente de la Comisión de Revalidación, la Coordinadora de Exámenes Prácticos, y un abogado nombrado por la universidad —para equilibrar un poco la situación nos dijeron— comenzamos la reunión con un breve resumen por parte del Decano a modo de recordatorio de la reunión anterior. Ahí pude comprobar hasta que punto le habrá molestado al Decano la publicación de el paciente inglés —entrevista que concedí a la revista Qué Pasa hacía poco más de un año destacando las penosas verdades del proceso de revalidación en manos de la FOUCh. Cuando uno dice la verdad en público, y esas realidades no son ni contestadas ni desafiadas por quienes supuestamente están diciendo que la historia no es así, entonces quien calla no asevera pero es cierto que no niega. Y mediante la no respuesta y el silencio de la Universidad de Chile a mi entrevista en Qué Pasa, quedó claro que la postura de la FOUCh era indefendible. Tanto es así que rápidamente luego de mi artículo publicado en enero de 2015, y en el más hermético de los silencios, la facultad procedió a instaurar los debidos cambios que yo había señalado y que eran indispensables ya que infringían normas internacionales de radioprotección y bioseguridad. Aún así, me quedó clarísimo hasta que punto el Decano, aparentemente, está molesto conmigo. Parecería que está enojado. Parecería que busca algún tipo de revancha. Me cuesta creer que la autoridad máxima de una de las facultades de la universidad más antigua y prestigiosa de Chile ostente esa actitud. En nuestra anterior reunión de abril, le había dejado claro que le estaba extendiendo la mano para así mejorar el proceso de revalidación de su facultad. Le había dicho también que estaba en sus manos que la resolución se convirtiera en una situación win-win, y así todos saldríamos ganando. No obstante, por todo lo que él me dijo en esta reunión, además de tejer rumores intentando incluso poner en contra mía a colegas dentro de la FOUCh a quienes considero amigos míos, me insinuó que aunque yo ya había señalado a su facultad en los medios de comunicación, ellos aún no me habían señalado a mí en público. Me sonó a amenaza. ¿Tan furioso está acaso? Mi abogada protestó. Y ahí, comprobé lo que uno puede llegar a hacer cuando no le queda por donde agarrar. Enseguida explicaré lo que pasó a continuación, pero antes y para que usted pueda comprender lo que sucedió, debo rebobinar a enero de 2015.

Miércoles 14 de enero de 2015. 08:00am. Auditorio 1 del primer piso de la FOUCh. Me presentaba al examen práctico de Periodoncia. Es uno de los 17 exámenes prácticos del proceso de revalidación. En esta prueba se presenta un caso clínico de periodoncia y uno debe contestar preguntas, como por ejemplo hacer un diagnóstico, elaborar un plan de tratamiento y sugerir pronósticos o aclarar el manejo de situaciones clínicas. Imagínese un aula con una decena de personas mientras este caso clínico es proyectado por el profesor encargado mediante una docena de diapositivas en PowerPoint con todos los datos relevantes, gráficas, radiografías, etc. La proyección se realiza sobre una pantalla al frente del aula. El material del caso clínico no es entregado por escrito ni mediante un computador individual como sí se hace, por el contrario, en otros de los exámenes prácticos de revalidación para que el profesional revalidante pueda revisar tranquila y detenidamente todo el material relacionado con el caso clínico a evaluar. Estaba a punto de presenciar un examen tan desorganizado como jamás en mi vida había visto. El profesor encargado fue pasando las diapositivas mientras rápidamente todos los allí presentes anotábamos la mayor cantidad de datos posibles. Aún desconocíamos las preguntas. Estas fueron dictadas —sí, ¡dictadas!– al finalizar la proyección. Jamás en la vida me había presentado a un examen donde a uno le dictan las preguntas. ¿No pueden acaso permitirse fotocopiar unos pocos papeles y entregar las preguntas impresas como corresponde? ¿Acaso no merecen un examen de calidad quienes están pagando para revalidar su título? Jamás, en ninguno de todos los exámenes que he dado en el Royal College of Surgeons of England se les ocurriría dictarle a uno las preguntas, y mucho menos proyectar todo un caso clínico a tanta gente.

El desorden que siguió a ese dictado de preguntas fue apabullante. Imagínese: cada uno de los otros 10 candidatos pidiendo aleatoriamente la imagen que precisaban ver para poder contestar a las preguntas recién dictadas. “La 3 por favor”, “la 7 doctor”, “la 1”, “diapo 9 por fa”, “la 5 profe”, “la 10”, “la 5 de nuevo”… El mareo fue tal que pese a haber tomado todo el cuidado posible dadas las circunstancias impuestas, en una de las diapositivas con texto y datos del paciente no me percaté en anotar el dato de alergia a la penicilina lo cual admito fue una grave omisión, pese a sí haber registrado que el paciente era diabético, que no estaba bien controlado, y qué medicamentos tomaba para la hipertensión. Sí. Efectivamente, me equivoqué y lo admito. Se me pasó un dato importante. No es un secreto. Fue una omisión de información muy importante. Jamás lo negué ni lo negaré. Es la verdad. Y quien quiera ver cómo lucen los apuntes que apresuradamente logré hacer en este examen aquel día, HAGA CLIC.

Claro que también es verdad que la metodología del profesor encargado y la ejecución de este examen dejan mucho que desear. Debido a la pésima gestión del examen en sí, ¿cabe la posibilidad de cometer errores de omisión dado el vaivén de diapositivas para adelante y para atrás? Yo diría que sí. Además, si a esto le añadimos que el profesor en cuestión se ausentó al menos 2 veces del auditorio, una de ellas para buscarse un café mientras fui testigo y pude ver a algunas personas hablando entre ellas, creo que la FOUCh también debería admitir responsabilidad. Pero parecería que ellos no cometen errores. Y si los cometen, no los admiten. Pese a que solicité una reunión con el Presidente de la Comisión de Revalidación y la Coordinadora de Exámenes Prácticos y me reuní con ellos el 28 de enero de 2015 para exponer mi caso, no hubo caso. Me dijeron que lo tratarían en reunión con la Comisión de Revalidación y lo único que conseguí fue perder el tiempo, recibir una resolución unánime de la comisión, y terminar repitiendo el examen nuevamente el 29 de abril de 2015.

Me volví a presentar. Esta vez éramos sólo dos personas en una sala mucho más pequeña. No hubo cambio en la metodología utilizada para presentar el examen. Se proyectaron nuevamente una docena de diapositivas y se volvieron a dictar las preguntas, pero al tratarse solamente de dos postulantes en esta ocasión no hubo lugar para tanto alboroto con las diapositivas. Cuando finalicé el examen, por segunda vez, el mismo profesor encargado me dijo que había aprobado. También me acotó que no estaba enojado conmigo por haberme quejado, aunque sí algo molesto. Me dijo que mi examen de enero había sido el mejor de todos, pero que mi omisión fue reprobatoria. Si él se sentía molesto, entonces imagínese cómo me sentía yo frente a un examen pésimamente gestionado donde encima la facultad es la única que queda impune. ¿Por qué se proyecta el caso? ¿Por qué no se entregan los datos para que cada revalidante pueda de manera individual examinar el material en detalle simulando así una situación clínica real y no un desorganizado barullo? ¿Por qué el profesor encargado abandonó el auditorio para buscarse un café y no supervisó el examen como es debido? ¿Por qué la Comisión de Revalidación es incapaz de admitir que hubo también un grave error en el manejo de este examen por parte de la facultad? Adjunto también las pautas de evaluación de este examen para que conste que no figura en ninguna parte de ese documento qué es en concreto lo que se considera reprobatorio en esa prueba. Además, el documento en cuestión no explicita cómo se puntuará la prueba y tampoco cómo se obtendrá el resultado final o puntaje del examen. Esto es otro error más que la FOUCh no quiere admitir y que ilustra perfectamente la arbitrariedad con la que pareciera se corrige esta prueba. Para ver las pautas, HAGA CLIC.

Regresemos ahora nuevamente a 2016 y a la reunión en el despacho del Decano, donde se me estaba regañando. Entonces, y a raíz de la anécdota del examen de periodoncia, se me saca en cara mi equivocación y el hecho de que soy "un peligro". ¿Se lo pueden creer? Yo sí. No me sorprendió el ataque. Mi abogada inmediatamente le paró el carro al Decano: “no veo que tiene que ver nada de esto con el motivo de esta reunión Don Jorge”, le puntualizó. Exacto. No tenía nada que ver, pero si él osó a etiquetarme de “peligroso”, yo debería preguntarle a él: ¿y que hay de los miembros de la Comisión de Revalidación de su Facultad de Odontología que han estado obligando a decenas de personas (y probablemente también a muchos estudiantes de la carrera de odontología) durante años a irradiarse como requisito obligatorio del examen de revalidación de ortopedia dentomaxilar? Personas que no fueron tal vez capaces de levantar la voz, como lo hice yo, negándose a hacerlo pero que fueron de todos modos ilegalmente sometidas a la radiación ionizante de manera indiscriminada. ¿Qué clase de ignorancia profesional es esa? En Gran Bretaña o EEUU ya tendríamos juicio y circo mediático al respecto. Ver para creer: HAGA CLIC.

Irónicamente, son los integrantes de la Comisión de Revalidación los que organizan y administran el proceso de revalidación y quienes supuestamente tienen la responsabilidad de evaluar la competencia y conocimientos de los profesionales revalidantes. Y son precisamente estas mismas personas las que no solamente no estaban al corriente de las normas de radioprotección sino que tampoco estaban debidamente actualizadas en bioseguridad, obligando a decenas de revalidantes a buscarse dientes extraídos “por ahí” y además fomentando el tráfico ilegal de dientes. Se sorprenderían en saber dónde, cómo y por cuánto se pueden comprar dientes en Santiago, pero eso es una historia para otro día. Uno tiene primero que liderar con el ejemplo antes de poder apuntar el dedo. Por lo que a mí me concierne, el proceso de revalidación de la FOUCh, que tanto deja que desear, es la personificación de todo aquello que el profesionalismo no debe ser.

Mi abogada continuó la reunión insistiendo que existían irregularidades por parte de la FOUCh en torno al reglamento universitario del proceso de revalidación. Repetidas veces se les preguntó a las autoridades presentes por el expediente que supuestamente la Facultad de Odontología tiene la responsabilidad de elaborar una vez son presentados todos los documentos de cada revalidante. Una pregunta bastante sencilla. ¿Dónde se encuentra el expediente con el estudio de la FOUCh de toda la documentación que presenté en julio de 2012 habiendo pagado todos los aranceles correspondientes? Silence. Resulta que no hay expediente. What??!! ¿Cómo? Y finalmente, ahí, por primera vez y de los labios del mismo Decano de la FOUCh lo escuché admitir que no habían revisado debidamente la documentación y que por ende no han hecho el debido estudio que estipula el reglamento. Se me solicitó en ese momento que enviara al Decano mi curriculum vitae actualizado e información adicional en relación a mi experiencia profesional en torno cada una de las asignaturas de los exámenes que aún me quedaban pendientes para él poder a su vez sostener conversaciones con la Comisión de Revalidación. Por tanto habría que regresar para otra reunión. Reunión concluida y próxima reunión fijada para el 14 de junio.

Por supuesto, envié al Decano toda la documentación solicitada, copiando a varias de las personas involucradas en todo esto. Desafortunadamente, la reunión del día martes 14 de junio me la cancelaron el día lunes 13 explicándome que el Decano había sido citado a una reunión muy importante del Consejo Universitario. Entiendo. Esas cosas pasan. Y en la FOUCh pasan mucho. Lo que no terminé de entender fue que llegado el día miércoles, me escribieran del decanato para explicarme que el Decano no me recibiría hasta que no terminara de discutir varios temas con la Comisión de Revalidación. Esto contradecía el motivo original de la cancelación de la reunión del martes y fue por eso que escribí directamente solicitando una aclaración. La veloz respuesta con explicaciones del Decano se agradece, mas aún no logro descifrarla. El Decano no cesa de reiterar que la universidad se adhiere a la Ley de Transparencia. Lo hizo durante la última reunión que tuvimos y también ahora por escrito. Yo sigo convencido que el concepto de transparencia que tenemos cada uno respectivamente no es el mismo. Pero juzgue usted mismo y si quiere leer la correspondencia, HAGA CLIC.

Para empeorar la situación, habiéndose ya reunido con la Comisión de Revalidación, el Decano envió una respuesta totalmente inconexa a lo que nuevamente se le había pedido, pero también incoherente con lo que él mismo me había solicitado en persona y delante de mi abogada el 24 de mayo en su propio despacho. Tras un ping-pong de e-mails a principios de julio, resulta que el Decano dice que no recibió los documentos que me había pedido que le enviara. Mmmm… Cada vez resulta más difícil creerle a la universidad. Balmaceda & Cox respondieron que si la Comisión de Revalidación estimó que faltaban documentos, el modo de hacerlo presente era informando a tiempo que requerían otra información. Da la impresión que no existe en la facultad un expediente mío que les permita el estudio al que se refiere el artículo 10 del reglamento. El mismo que mi abogada citó en la última reunión y que insiste pareciera no se está respetando.

El próximo 01 de agosto tengo una reunión agendada con las autoridades ya mencionadas y con la Comisión de Revalidación. Hay muchas preguntas por contestar. Es un asunto de responsabilidad y transparencia frente a los hechos y acontecimientos, y alguien tendrá que responder. Alguien dijo una vez que la moneda del liderazgo es la transparencia, y la transparencia es el primer paso hacia la toma de responsabilidad. Espero logremos resolver todo in situ. La diplomacia para mí es primordial. Pero la verdad y la transparencia creo que están por encima. Como ya he dicho numerosas veces: este tema se resolverá donde tenga que ser resuelto, sea como sea. De manera cordial y ordenada, ojalá.

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#1 

Esta es la lección: Nunca rendirse, nunca rendirse, nunca, nunca, nunca, nunca en nada, grande o pequeño, amplio o minúsculo, nunca rendirse salvo a las convicciones de honor y el buen sentido común. Nunca ceder a la fuerza; nunca ceder ante el poder aparentemente abrumador del enemigo

 

#2

Si tu determinación es inamovible, no aconsejo que desesperes. Pocas cosas son imposibles para la diligencia y la habilidad. Las grandes obras no se realizan por la fuerza, sino por la perseverancia

 

#3

El hombre que mueve montañas empieza apartando piedrecitas

 

#4

Es posibe tener que librar una batalla más de una vez para ganarla

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